Función hepática - Caso clínico I

Fuente: sugerencias para reforzar el hígado y nuestro sistema de desintoxicación. Cinzia Casadio. 

Una vez conocemos el funcionamiento del hígado (explicado en esta entrada), vamos a presentar algunos casos clínicos en los que este órgano puede verse afectado.

Este caso trata de un joven de 20 años que presenta un cuadro de enfermedad similar a la gripe: poco apetito, ganas de vomitar y dolor en el hipocondrio izquierdo. Así, lo primero que se realiza es una exploración física, con la que se detecta que el paciente siente dolor al palpar el hígado. Una semana más tarde, el paciente muestra otros tres síntomas: ictericia, orina oscura y heces claras. El conjunto de estos síntomas dan una idea de que el paciente puede tener algún problema en el hígado, de modo que se procede a la realización de unos análisis de sangre y orina, obteniendo los siguientes resultados:


Supongo que todas y todos estaréis familiarizados con resultados de este tipo, en los que se tiene a la derecha una columna que muestra ciertos valores de referencia. Cabe destacar que no siempre que un resultado esté fuera del rango de referencia significa que se tenga algún parámetro alterado, ya que puede haber variabilidad de un individuo a otro.

De este modo, vamos a ir analizando cada uno de los parámetros para ver cuales están alterados. Al paciente se le han realizado dos análisis de sangre, con una semana de diferencia entre ambos. En el suero, todos los parámetros salvo la albúmina han variado de una semana a otra, bien sea aumentando o disminuyendo. En el primer análisis, únicamente los valores de bilirrubina total, AST y ALT estaban alterados, mostrándose todos en cantidades notablemente superiores a la referencia. Sin embargo, en el segundo análisis puede observarse como los valores de FA y de γ-GT también han aumentado. Para tratar de averiguar la raíz del problema, es interesante realizar el cálculo AST/ALT, con lo que obtenemos unos valores de 0,81 y 0,91 para cada análisis respectivamente.

En cuanto a los resultados del análisis de orina, ambas semanas se observa que la bilirrubina está presente, mientras que el urobilinógeno da un resultado negativo en el segundo análisis. Para entender este resultado, primero debemos conocer la vía de transporte y excreción de la bilirrubina.


Como podéis observar, se podría decir que hay dos tipos de bilirrubina:

  • Bilirrubina indirecta o no-conjugada (BRI): bilirrubina-albúmina, se encuentra en la sangre. Su concentración en sangre es relativamente elevada y puede estar alterada cuando existe un problema sanguíneo, como la anemia1.
  • Bilirrubina directa o conjugada (BRD): bilirrubina-ácido glucurónico, se encuentra en la orina (le da la coloración amarilla). Así, está presente en bajas cantidades en la sangre y se altera cuando existe un problema hepático1.

Es importante destacar que con el análisis de sangre, lo que se mide es la bilirrubina total, es decir, el conjunto de bilirrubina directa e indirecta. En la orina no debería estar presente la bilirrubina (indirecta), pero sí el urobilinógeno; de modo que los resultados del paciente han dado justo lo contrario.

Teniendo en consideración tanto la sintomatología física como los resultados de los análisis del paciente, se puede intentar averiguar cuál es el motivo que lo ha causado, si concuerda con alguna enfermedad hepática.

En primer lugar, el hecho de que el paciente presente ictericia es un indicador de que el paciente presenta hiperbilirrubinemia, es decir, niveles elevados de bilirrubina en sangre. Esto se corrobora con el resultado del análisis sanguíneo, y puede deberse a tres causas:

  • Ictericia pre-hepática: aumento de la producción de bilirrubina por una anemia hemolítica. Se presentan elevados niveles de bilirrubina en sangre, heces y orina.
  • Ictericia hepato-celular: puede deberse a tres enfermedades hereditarias diferentes o incluso a hepatitis.
  • Ictericia post-hepática: se debe a la obstrucción de las distintas vías biliares por la aparición de tumores o por procesos inflamatorios (este proceso se conoce como colestasis). Así, no se da la excreción biliar, de modo que aumenta la concentración de bilirrubina directa (BRD).

Por otro lado, si nos fijamos en los valores de AST y ALT, ambos son superiores a 200 U/l, indicativo de que el paciente puede padecer hepatitis aguda (vírica). Además, si observamos el ratio AST/ALT que hemos calculado antes (obteniendo unos resultados de 0,81 y 0,91), este sirve para confirmar o descartar la hepatitis alcohólica. En este caso, se podría descartar ya que el ratio se mantiene por debajo de 2.

Finalmente, la fosfatasa alcalina no da mucha información respecto a posibles enfermedades hepáticas, ya que es una enzima ubicua que puede estar relacionada con muchas afecciones. Sin embargo, una elevada presencia de γ-GT, a pesar de estar relacionada con varias enfermedades hepáticas, es un indicador de la cirrosis, así como de la colestasis. Esta es una etapa tardía de la cicatrización (o fibrosis) del hígado debido a otras enfermedades hepáticas, como la hepatitis vírica o alcohólica. De este modo, es una enfermedad progresiva que va dañando el tejido de forma irreversible hasta llegar a un punto de insuficiencia hepática y, eventualmente, la muerte2.

CONCLUSIÓN

Resumiendo todo lo comentado, podríamos inclinarnos a pensar que este joven padece hepatitis aguda de origen vírico que podría derivar a desarrollar colestasis o incluso cirrosis. Pero de nuevo, esto es solo una suposición.

Como habéis podido intuir, no es fácil realizar un diagnóstico en base a los resultados de las pruebas bioquímicas, ya que hay muchos diagnósticos posibles. De esta manera, solo podemos llegar a tener sospechas clínicas sobre cuál ha podido ser la causa de las alteraciones que presenta el paciente.

Por lo tanto, para poder realizar un diagnóstico específico, se debe recurrir a más pruebas como pueden ser el análisis de anticuerpos antimitocondriales (para detectar cirrosis) o el tiempo de protrombina (para determinar si se trata de hepatitis aguda). Al sospechar de hepatitis vírica, también se podría realizar un análisis serológico para tratar de identificar el tipo de virus causante de la enfermedad. Además, también es conveniente realizar observaciones de imagen mediante ecografías o resonancia que permitan identificar dónde se ha dado la inflamación.

BIBLIOGRAFÍA:

  1. Bilirrubina directa, indirecta y total: qué son y por qué se elevan (2020). TuaSaúde. Recuperado de: https://www.tuasaude.com/es/examen-de-bilirrubina/
  2. Cirrosis (2018). Mayo Clinic. Recuperado de: https://www.mayoclinic.org/es-es/diseases-conditions/cirrhosis/symptoms-causes/syc-20351487

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